Quizás la forma más fácil de entender que es en realidad el cristianismo es aclarar lo que es y lo que no lo es.
El cristianismo no es realmente una religión. Aunque eso puedan decir los diccionarios, y aunque las personas de distintas religiones vean al cristianismo como una religión más de entre la multitud. Entonces, el cristianismo en realidad no es una religión. Por lo menos no desde un punto de vista bíblico. La religión, cualquier religión, es simplemente el esfuerzo que el hombre hace para tratar de alcanzar a Dios.
El cristianismo no es tampoco un estilo de vida. Aunque algunas religiones orientales promueven la idea de que sus filosofías no son religiones, sino que son simplemente estilos de vida. El cristianismo no es tampoco solamente un estilo de vida. La idea puede parecer muy atractiva, pero eso sería una explicación demasiado simplista pues, aunque si es verdad que los cristianos estamos llamados a ser santos, eso tampoco significa ser perfectos, sino ser separados para Dios.
Dios toma la iniciativa
Entonces, ¿Qué es el cristianismo?
El cristianismo es el esfuerzo que Dios hace para acercarnos a Él. Esfuerzo que hizo a través de Jesucristo (1 Pedro 3:18). El que abrió el camino al cielo (Juan 1:51). El único mediador entre Dios y los hombres (1 Timoteo 2:5).
Aunque en tiempos antiguos, Dios se manifestó a través de los patriarcas, jueces y profetas; en tiempos postreros Dios se reveló después a través de Jesucristo (Hebreos 1, 1-2). En cierta forma, si antes existía tal cosa como una “religión verdadera,” se podría argüir que tal religión verdadera era el judaísmo. Esto es porque Dios se revelo primero a través de Abraham, quien es considerado el padre de los judíos.
Entonces, Dios se presentó primero a Abraham, y le prometió no solo un heredero, sino también una bendición especial a través de tal heredero (a través de tal “simiente”); una bendición excepcional que incluiría también a todas las naciones de la tierra (Génesis 22:18). Así, Dios bendice a Abraham a través de un heredero, Isaac, a pesar las edades avanzadas de él y de su esposa, Sara, quien era además estéril (Génesis 21).
Después, para probar la lealtad de Abraham, Dios manda a sacrificar a su hijo Isaac (Génesis 22); lo cual Abraham con mucha tristeza acede a hacerlo. Pero en el último momento, Dios le impide hacer tal cosa, y sustituye tal sacrificio con un carnero (v. 13).
Jesús es Dios
Dios no permitió a Abraham a sacrificar a su hijo. Sin embargo, siglos después Dios mismo sacrifica a su propio Hijo Unigénito, por amor al mundo. Esto es algo que conmueve a todos los padres; especialmente aquellos que tenemos hijos únicos.
Sin embargo, para Dios, por su gran amor al mundo, este sería el único sacrifico que sería capaz de salvar a toda la humanidad, de todos los tiempos, del pecado — aquella ofensa contra Dios cuya consecuencia es la muerte (cf. Génesis 2:16-17). No había otra forma de salvar al mundo. Tenía que ser su propio Hijo. No había nadie que fuera lo suficientemente digno, ni en los cielos, ni en la tierra, ni debajo de la tierra (Apocalipsis 5:2-6). Tenía que ser el Verbo, el Dios hecho carne (Juan 1:14).
Por eso, cuando el Señor habla por medio de Isaías sobre el Mesías, Dios mismo describe al Cristo como “Dios Fuerte” y “Padre Eterno” (Isaías 9:6), uno que sería semejante a “Hijo de Hombre” (Daniel 7:13); es decir, el Mesías seria Dios y seria a la vez un Ser Humano. Las Escrituras estaban hablando, por supuesto, de Jesucristo, el Verbo hecho hombre; el “varón” revelado en el Nuevo Testamento (cf. Juan 1:1,14,30); “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29).
El Cristianismo Cristocéntrico
De esta manera, Dios se esfuerza en alcanzar al hombre, primero por medio de los profetas y después por medio de su propio Hijo Unigénito, Cristo Jesús, y ahora manda a todos los hombres, en todas partes, que se arrepientan (Hechos 17:30).
Las religiones del mundo, desde el comienzo de la creación, trataron de alcanzar a Dios a su propia manera. Y en su incapacidad para hacerlo, crearon imágenes de piedra, barro y madera en la forma de los seres que los rodeaban: las aves del cielo, las bestias del campo, y algunas veces, crearon inclusive dioses de formas hibridas, es decir, parte humanos y parte animales.
Pero Dios ha provisto que, antes del fin de los tiempos, todas las civilizaciones de la tierra habrán escuchado de Jesús. No habrá pues ninguna excusa para no adorar al Único y Verdadero Dios de toda la creación: El Todopoderoso que se manifesto por Cristo Jesús. Los primeros cristianos reconocieron esto, y por esto obviamente a los primeros seguidores de Cristo en Hechos se les llamo así: cristianos (Hechos 11:26).
Cristo, siendo Dios mismo, es entonces el único camino a Dios Padre (Juan 14:6). “El camino” fue el primer término que se usó para describir al cristianismo. (Hechos 9:2; 19:9; 19:23; 22:4).
Por consecuencia, Cristo es el cristianismo, y el Cristianismo es Cristo.