La Ética Bíblica Cristiana: La Imagen de Cristo y la Conducta del Creyente

A diferencia de los demás sistemas morales, la ética bíblica cristiana no se centra solamente en la naturaleza del ser humano y en su comportamiento apropiado para con los demás.  La ética cristiana también se enfoca en la naturaleza moral de Dios, quien, por medio de su bendito Espíritu Santo, busca perfeccionar la imagen de Cristo en el ser humano, afectando su comunión para con Dios y su comportamiento para con los demás.

La imagen de Dios en el hombre

Aunque al comienzo el hombre fue creado a la imagen y semejanza de Dios (Génesis 1:26, 9:6), algo paso con esa imagen después de la caída de Adán y Eva.  Si bien es cierto que esta imagen no desapareció por completo o fue dañada de una forma irreparable, si fue afectada de alguna forma u otra por el pecado.  Es decir, el ser humano todavía contiene ciertos elementos de tal imagen como para tomar una decisión positiva al llamado de Cristo en su vida (Giles, 55).  Aun entre aquellos quienes nunca han escuchado el Mensaje de Salvación, hay todavía en ellos cierto mecanismo de discernimiento, el cual opera por medio de sus conciencias, para poder distinguir el bien del mal (Lacueva, 46; Romanos 2:14–15).

La imagen de Cristo en nosotros

La imagen de Dios en nosotros puede ser perfeccionada por medio de la obra redentora de Cristo, quien nos enseñó a imitarlo (Mateo 11:29; 1 Juan 2:6), para poder así poder resplandecer más claramente la imagen de Cristo en nosotros (Romanos 8:29; 2 Corintios 3:18).  Sin embargo, si somos como espejos llenos de lodo, no vamos a poder reflejar la luz del sol en nosotros (comparar Mateo 5:14 y Juan 8:12), pues, aunque todo lo bueno procede de arriba, del “Padre de las luces” (Santiago 1:17), un testimonio hablado es efectivo solo cuando nuestras acciones reflejan nuestras palabras, y por eso nuestros valores cristianos se manifiestan por medio de nuestras acciones benignas con respecto a todos, especialmente con los más necesitados (Santiago 1:27 en versiones DHH, NBD, NBLH, etc.; cf. 1 Timoteo 6:14 y Judas 1:12,24).

Entendemos, entonces, que después de la Caída, la imagen de Dios en el ser humano se “oscureció y deterioro” (Lacueva, 115), y que desde allí “…el hombre debe reencontrar su norma en la voluntad de Dios, conforme Él la ha revelado” (Lacueva, 140).  Las preguntas que nosotros debemos de tratar de contestar son entonces ¿Cómo debe funcionar la imagen de Dios en nosotros?  En otras palabras, ¿Cuáles son las características morales de Dios que debemos de imitar?

Como debe operar la imagen de Cristo en el ser humano

Administración con responsabilidad

La Biblia menciona los pasos específicos que podemos tomar para lograr renovar la imagen de Dios en nosotros, y aquí podríamos empezar con la primera responsabilidad que Dios le dio al hombre aun antes de caer en pecado, es decir, la de señorear sobre la tierra con justicia (Génesis 1:26).  Hoy en día, esta responsabilidad incluye evidentemente la buena mayordomía con respecto al cuidado del planeta, el respeto hacia el medio ambiente, la ayuda a los pobres y necesitados aun cuando estos vivan en otros países, pero todo esto es algo que podemos hacer sin tener que trabajar con aquellos elementos seculares quienes podrían tener agendas mixtas (cf. Giles, 316; Charisma News).

La santidad

También debemos de incluir la santidad de Dios como una característica divina que se puede y debe imitar.  San Pedro, por ejemplo, nos recuerda un importante mandato del Antiguo Testamento que lo relaciona con Jesucristo: “…porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo” (1 Pedro 1:16, RVR1960; Criswell, 1766a) pues sabemos que fuimos rescatados o comprados de la esclavitud del pecado con “la sangre preciosa de Cristo” quien fue a su vez como un “cordero sin mancha y sin contaminación” (1 Pedro 1:18-19, RVR1960; Criswell, 1766b).

La conciencia

La imagen divina de Cristo también puede operar en nosotros por medio de un sistema de discernimiento moral que funciona por medio de la conciencia, aquella facultad inherente al ser humano, que gobierna nuestras acciones e impone un código ético que se puede desarrollar bajo diferentes influencias ambientales y culturales (Romanos 2:15; Giles, 190).  Más aún cuando tenemos una “conciencia instruida,” está también nos va a servir como norma de conducta apropiada (Lacueva, Lección 14 en p. 100), y se logra por medio de la conversión para servir “al Dios vivo” (Hebreos 9:14).

Comportamiento y toma de decisiones

La sangre bendita de Jesucristo, derramada por nosotros en el Calvario, nos purifica de nuestros pecados, y así Dios nos declara limpios ante su presencia.  De allí, la obra santificadora del Espíritu Santo continúa obrando en nosotros, en nuestro diario comportamiento y toma de decisiones.  El nuevo estado de una conciencia purificada no significa que vamos a perder nuestra conciencia innata, sino que más bien vamos a continuar teniendo este mismo don de discernimiento, para poder escoger el bien y rechazar el mal; pero ahora nuestros sentimientos van a ser más puros, vamos a ser más honestos con nosotros mismos, algo que un corazón no redimido teme profundamente hacer (Kendall, 230).

El libre albedrio

Por último, el libre albedrio es una cuarta característica divina que Dios puede utilizar, por medio de su bendito Espíritu Santo, para pulir la imagen gloriosa de Cristo en nosotros (Giles, 192).  Se define libre albedrio como la capacidad del ser humano para poder de elegir y tomar sus propias decisiones (Génesis 2:16-17; Proverbios 1:29; Marcos 8:34; Juan 1:12, 3:16).  Aunque Dios no nos ha creado como robots para obedecerle automáticamente, también es verdad que en nuestro estado original de depravación nosotros no podemos escoger sin que haya primero directa intervención divina (Juan 6:44, 6:65).

El primer paso es siempre la conversión

Entonces, solo cuando el Padre nos quita las vendas que cubren nuestros ojos, allí recién vamos a poder ver la luz y tener la capacidad de escoger el camino a seguir (Salmos 32:8; Juan 8:12).  Es mi convicción que Dios, por su Omnisciencia, sabe de antemano quien va a tomar la decisión correcta y quien no; aun así, creo que Cristo murió por todos, aunque es evidente también que no todos van a aceptar esa salvación inmerecida.  Lo importante es saber que Dios es amor, y que Él si quiere que todos se salven (Ezequiel 18:32; Juan 3:16; 1 Timoteo 2:4).

La voluntad de Dios.

Cuando uno acepta voluntariamente la oferta de salvación por medio de Cristo Jesús, Dios comienza a obrar en nosotros por medio del Espíritu Santo.  Esta obra es importante porque como seres humanos nosotros necesitamos tener ese sentido de dirección y propósito que solo el Señor nos lo puede brindar (Salmos 143:8-10).  Tiene que haber en nosotros entonces una predisposición a querer cumplir la voluntad de Dios.

Lo importante no es solo conocer la voluntad de Dios (Ef. 1: 9; 5: 17; Col 1: 9,10), sino también hacerla (Salmos 40:8; Mateo 6:10; 7: 21; Lucas 12:41-48; Juan 7: 17; Efesios 6:6; Santiago 1:22-25).  Además, debemos de notar que hay una diferencia entre “conocer” y “saber” la voluntad de Dios.  La Biblia menciona ambas, pero siempre enfatiza el “hacer” la voluntad de Dios (Juan 4: 34 y como citamos ya antes Mt. 6:10, 7: 21; Jn. 7: 17; Ef. 6: 6).  Saber es solo una función mental, pero conocer se obtiene solo por experiencia, en el diario caminar con el Señor, a la hora de tomar la cruz para seguir el camino angosto.  Si, es verdad, “Nosotros tendemos a querer conocer la voluntad de Dios antes que hacerla, pero Dios quiere que andemos con Él, aprender a andar como Él anduvo” (Goff, 1-2, 4-5; cf. Romanos 12:2).

Carlos Chapa

Si desea citar este artículo (Chicago/Turabian):

Carlos Chapa, "La Ética Bíblica Cristiana: La Imagen de Cristo y la Conducta del Creyente," Cristianismo.CC. https://cristianismo.cc/mensajes-cristianos/la-etica-biblica-cristiana-la-imagen-cristo-la-conducta-humana/ (visitado el 4 diciembre, 2024).

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Notas:


W. A. Criswell, Paige Patterson, E. Ray Clendenen, et al., eds., Holy Bible – Baptist Study Edition NKJV (Santa Biblia – Edición de Estudio Bautista NKJV). (Nashville: Thomas Nelson, 1991). Comentario original (1 Peter 1:13-16): «The believer’s living hope, based on his new birth, should lead to: (1) practical obedience and (2) growth in holiness. Holy living is motivated by a God-fearing faith that does not presume upon the redemption that was purchased at so great a cost (vv. 18, 19).» Comentario original (1 Peter 1:18-19): «‘Conduct’ refers to our ‘manner of life.’ The term ‘redeemed’ is a word generally used for the purchase of slaves with money. Such corruptible resources, however, did not purchase salvation. The cost of human ransom from the slavery of sin was the honored and precious blood of Christ (cf. Heb. 9:14, note, on the atonement).» 


James E. Giles, Bases Bíblicas de la Ética (El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano, 2010).


Guillermo Goff «Caminando en la Voluntad de Dios: Presuposiciones Fundamentales.» Presentación PowerPoint de clase, La Biblia y Los Asuntos Éticos en el Southwestern Baptist Theological Seminary (Seminario Teológico Bautista del Suroeste), Fort Worth, TX, 18 de julio del 2016.


R. T. Kendall, Understanding Theology, Volume Three (Entendiendo Teología, Volumen Tres) (Ross-shire, Great Britain: Christian Focus, 2001), p. 230. Comentario original: «This means total honesty with ourselves, something the unregenerate (unconverted) man is afraid to do.»


Francisco Lacueva, Ética Cristiana, vol. X, Curso de Formación Teológica Evangélica (Viladecavalls, Barcelona: Editorial CLIE, 1975).


Michael Snyder, «Did the United Nations Just Introduce a New World Order?» (¿Acaba de Presentar las Naciones Unidas un Nuevo Orden Mundial?),» Charisma News. Visitado el 1 de agosto, 2016. http://www.charismanews.com/opinion/52333-did-the-united-nations-just-introduce-a-new-world-order.