Versículos de la Trinidad
Aunque en la Biblia la palabra “Trinidad” no se encuentra registrada (por eso no vamos a encontrar específicamente versículos de la Trinidad), un estudio honesto y sobre todo bajo la dirección del Espíritu Santo revelaría que esta doctrina si aparece en las Sagradas Escrituras. Esto se comprueba de la forma en que el Padre, Hijo, y Espíritu Santo estar relacionados entre sí (ver artículos de abajo) y como obran conjuntamente en nosotros.
Las palabra Trinidad
En realidad, no deberíamos preocuparnos mucho que la palabra Trinidad no aparece en la Biblia. Por ejemplo, hay otras palabras y conceptos que no aparecen tampoco y que nosotros sabemos que son si son válidos por la sencilla razón que la usamos todos los días: aun en nuestras diarias conversaciones. Por ejemplo, la palabra “abuelo” no existe en la Biblia, al menos que queramos traducir la palabra “antepasado” como abuelo. Aun así, no creo que nadie en su juicio cabal podría decir que esta palabra “abuelo” no existe.
Versículos que hablan indirectamente sobre la Trinidad
La Santa: Gn 1:26; Gn 3:22; Is 6:3, 8; Is 11:2, 3; Is 42:1 Mt 12:18. Is 48:16; Is 61:1 [Lc 4:18.] Is 61:2, 3; Is 63:9, 10; Mt 1:18, 20; Mt 3:11 Mr 1:8; Lc 3:16. Mt 12:28; Mt 28:19; Lc 1:35; Lc 3:22 Mt 3:16. Lc 4:1, 14; Jn 1:32, 33; Jn 3:34, 35; Jn 7:39; Jn 14:16, 17, 26; Jn 15:26; Jn 16:7, 13–15; Jn 20:22; Hch 1:2, 4, 5; Hch 2:33; Hch 10:36–38; Ro 1:3, 4; Ro 8:9–11, 26, 27; 1 Co 2:10, 11; 1 Co 6:19; 1 Co 8:6; 1 Co 12:3–6; 2 Co 1:21, 22 2 Co 5:5. 2 cor. 3:17; 2 Co 13:14; Gl 4:4, 6; Flp 1:19; Col 2:2; 2 Tes 2:13, 14, 16; 1 Ti 3:16; Tit 3:4–6; He 9:14; 1 P 1:2; 1 P 3:18; 1 Jn 5:6, 7; Ap 4:8.
Fuente: James Swanson, Orville Nave, and Guillermo D. Powell, Nuevo Índice de Temas de La Biblia de Nave (Bellingham, WA: 2012).
Mas sobre la Santa Trinidad
Trinidad, La Santa. La Trinidad es la audaz concepción cristiana de que Dios consiste en tres Personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo, quienes poseen una naturaleza o esencia común. Es la comprensión de que Dios es tripersonal, pero al mismo tiempo es uno en sustancia o naturaleza o clase de ser. Hay tres Personas, pero las tres son un Dios en la forma más fundamental.
Esto quiere decir que aunque hablamos de tres Personas, de tres “Tú”, no estamos hablando de tres dioses (triteísmo), sino de uno solo. En realidad, puede ser que, ya que los tres son uno, haya una intensificación de la unicidad, la unidad, que no podría obtenerse si no fueran tres quienes hacen ese uno. No se trata del tres aritmético, donde uno tiene tres, tal vez, de la misma clase. Es el tipo de unidad que se presenta en un organismo, cuando un organismo se caracteriza por tres sistemas (o más): respiración, circulación y reproducción.
El deísta Tomás Jefferson rechazó la doctrina de la Trinidad como “una jerigonza incomprensible”. Matthew Arnold se refirió a ella como “el cuento de hadas de los tres lores de Shaftesburys”. Se la llamó “elíxir intelectual”. Sin embargo, esta es nuestra confianza como cristianos: que Dios es tres en uno, uno en tres.
La doctrina es un misterio revelado y no se lo puede comprender meramente con nuestras capacidades naturales. En parte, el hecho de que no la podemos comprender con nuestras facultades naturales se debe a que no tenemos ejemplos o analogías de esta doctrina en nuestro mundo natural. No existen tres personas humanas que sean estructuralmente una, de manera que haya plena interpenetración de las tres. Y aunque una persona sea trina en asuntos del intelecto, sentimiento y voluntad, tal individuo no es tres en el nivel de personalidad. Es más, aunque en la naturaleza hay algunos ejemplos imperfectos, tales como el agua que existe en tres estados (líquido, gaseoso y sólido), la analogía no se aplica con propiedad. De la misma forma, tampoco se aplica la analogía de la familia. Un padre, un hijo y una madre (= el Espíritu Santo) no son uno en la forma estructural tal como las tres Personas de la Trinidad.
Por supuesto que la Biblia en ninguno de sus pasajes describe a Dios como tres Personas en una naturaleza o sustancia. Podríamos decir que 1 Juan 5:7 casi lo presenta así, pero ese pasaje que aparece en nuestras Biblias no se encuentra en ninguno de los manuscritos más antiguos del NT griego. Las Escrituras enseñan sin lugar a dudas que hay solo un Dios, pero también enseñan que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son Dios.
Respecto a la unicidad de Dios leemos: “Jehová nuestro Dios, Jehová uno es” (Dt. 6:4). Cuando Jesús se dirigió al Padre en oración lo llamó: “El único Dios verdadero” (Jn. 17:3). El apóstol Pablo, cuando se refirió a los “llamados dioses”, dijo: “Para nosotros, sin embargo, solo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de él” (1 Co. 8:5–6). También el apóstol dice que hay “un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos” (Ef. 4:5–6).
Aunque los últimos tres pasajes que citamos lo utilizan especialmente el Unitarianism’s Racovian Catechism [Catecismo racoviano del unitarismo] contra la posición trinitaria, los cristianos también creemos en ellos de todo corazón, porque también insistimos que Dios es uno y que el Padre es la Primera Persona de la Trinidad. Pero unimos a pasajes como estos aquellos que indican el carácter trino de Dios. Uno de ellos está en Mateo 28:19, donde nos enseña que debemos bautizar “en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”. Otro se encuentra al final de la segunda carta de Pablo a los Corintios, en lo que conocemos como bendición: “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros” (13:13). Además, en el bautismo de Jesucristo se mencionan las tres Personas como en Marcos 1, en Juan 14–16; Efesios 2:18; 1 Pedro 1:21–22; etc. Y en Juan 1:1 al Hijo se lo llama Dios, cuando dice: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios”. También tenemos la declaración de Tomás dirigida a Jesús cuando se le apareció después de la resurrección: “¡Señor mío, y Dios mío!” (Jn. 20:28). En 1 Timoteo 3:16 y en Hebreos 1:8 parece que a Cristo se lo llama Dios. En Hebreos 9:14; 1 Pedro 3:18 y 2 Pedro 1:21 se indica implícitamente que el Espíritu Santo es Dios.
Aunque algunos han enfatizado la deidad de Cristo, hasta el punto de enseñar casi un “unitarismo del Hijo”, la iglesia siempre ha enseñado que el Padre ocupa un lugar de prioridad en la Trinidad. Los tres son igualmente eternos, los tres son plenamente divinos y todos tienen atributos infinitos. Sin embargo, eternamente, el Hijo procede de la naturaleza del Padre (como la luz procede del sol) y no de su voluntad. Se sugiere este punto por pasajes monogenés (μονογενης) como en Juan 1:18, donde se dice que Cristo es el “unigénito Hijo” o el “único nacido”. El mundo se hizo, se creó de la nada, pero el Hijo proviene eternamente de la naturaleza del Padre.
De igual forma, el Espíritu Santo ha existido eternamente. En la ortodoxia oriental se entiende que el Espíritu Santo procedió eternamente solo del Padre. Ellos creen que Juan 15:26 apoya esto donde leemos: “Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí”.
Sin embargo, en las iglesias Católica Romana, Anglicana y Protestante del occidente hemos seguido el Credo Atanasiano que declara: “El Espíritu Santo es del Padre y del Hijo, no fue hecho, ni creado, ni engendrado; sino procedente”. Esta doble procedencia del Espíritu Santo (del Padre y del Hijo) es probablemente la enseñanza de ciertos pasajes del NT. Uno de ellos es Romanos 8:9, “el Espíritu de Dios” y “el Espíritu de Cristo”, lo que probablemente significa “quien procede de Dios” y “quien procede de Cristo”. El punto de vista occidental es también sugerido en 1 Pedro 1:10–11, donde el “Espíritu de Cristo”, es decir, quien procede de Cristo, es indudablemente una referencia al Espíritu Santo y no a Cristo, porque por medio de los profetas el Espíritu Santo “anunció de antemano los sufrimientos de Cristo”.
Con el paso de los siglos han aparecido oponentes a la doctrina de la Trinidad. Sabelio, a principios del siglo III, enseñó que los tres son formas sucesivas en que el Dios unipersonal se ha revelado a sí mismo. En el siglo IV, Arria enseñó que Cristo no es divino ni humano, y que el Espíritu Santo está aun más lejos que Cristo de ser deidad. Fausto Socinio (1539–1604) fue antitrinitario y llegó a ser el padre de los unitarios —quienes, ahora amalgamados con los universalistas, están entre los impugnadores de esta doctrina. Los protestantes modernistas en general han negado la Trinidad, porque no se acomoda a su racionalismo, y se oponen a la deidad de Cristo y a la personalidad del Espíritu Santo. Una de las recientes oposiciones a la doctrina de la Trinidad vino de Cyril Richardson del Union Seminary de Nueva York, quien prefirió decir que los tres son “símbolos” y no personas (véase su Doctrine of the Trinity, 14–15, 98, 111).
Fuente: J. Kenneth Grider, “Trinidad, La Santa,” ed. Richard S. Taylor, Willard H. Taylor, and Edgar R. Conzález, trans. Eduardo Aparicio, José Pacheco, and Christian Sarmiento, Diccionario Teológico Beacon (Lenexa, KS: Casa Nazarena de Publicaciones, 2009), 707–709.
En Defensa de la Santa Trinidad: Antiguo Testamento (Parte 2)
Seguimos con la segunda parte de nuestra serie de ensayos sobre la Santa Trinidad. Como mencionaba anteriormente, en la Biblia si podemos encontrar evidencias que demuestran el concepto trinitario, y realmente no necesitamos investigar muy a fondo las Santas Escrituras para encontrar tales pruebas. Ya desde el mismo comienzo de la Biblia, en Génesis 1: 1, encontramos que Moisés utiliza el nombre plural de Dios: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra.” Aquí, en este versículo, la palabra hebrea equivalente a Dios es Elohim(אלהים o ‘ĕlohı̂̂ym)1, en la forma plural אל El o אלה Eloah, la cual ha sido tradicionalmente interpretada como la pluralidad de la condición divina del mismo Dios.2 Read More …